sábado, 27 de junio de 2009

Fin de curso

El tiempo, irremediablemente, pasa. Hace dos años estaba deseosa por empezar la carrera, y hoy descubro que estoy —oficialmente— en el ecuador. Y de aquí a un mes y medio empieza otro curso que promete ser intenso, muy intenso.

Lo que más deseo ahora es tener un julio tranquilo, vago, donde me pueda levantar a las 12, leer, hacer la comida y disfrutar de una tarde poco productiva sin necesidad de tener la perspectiva de algún ejercicio por hacer en el aula virtual, o alguna traducción pendiente, o repasar la gramática de nosequé. Que lo haré, pero a mi ritmo. Sin que hayan obligaciones de ningún tipo.

Si hago un balance de mis 9 meses, puedo segurar que... dentro de lo que caben no han sido muy productivos. Sí intensos, pero no productivos. Han pasado muchas cosas, y poco a poco he conseguido un balance conmigo misma. Estoy más centrada y no hay motivos para llorar o estar mal —a excepción del tema recurrente, Neko, y algún dolor de cabeza demasiado fuerte—, he trabajado y he disfrutado más que ningún otro. O podemos decir que lo he hecho de manera diferente.

También creo que he crecido un poquito más como persona. Me he decidido a tomar decisiones, y en el éxito o el fallo de éstos he madurado. Después de muchos años he tomado contacto con mi tío, y aunque por el momento haya sido vacío y por correo electrónico, es un paso para que mi familia esté un poquito más unida que en 13 años. Y esos son muchos.

En fin, abandono aquí mis reflexiones estériles. Espero volver pronto diciendo que me aburre la monotonía y que quiero algo diferente, jajajaja. Así la insatisfacción propia del ser humano se vería realizada en su 100%.

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