lunes, 13 de octubre de 2008

Esgrima

La verdad es que quería celebrar las 300 entradas como algo bueno, algo positivo. Llevo todo el día esforzándome, como si desde primera hora de la mañana me hubiera convertido en una espartana y tuviera que ir, orgullosa, a la batalla. Ojalá pudiera pensar que este es mi último día y que tengo que dar todas las fuerzas en ello. Pero al día siguiente amanece el sol por el mismo sitio y yo sigo respirando, un poco más fatigada que el día anterior.

He sido fuerte, todo el día. Hasta me he echado una carrera después de salir de esgrima esta el bus, de entusiasmo, de energía. No se puede decir que estuviera alegre, pero sí animada. Al final, después de todo, tenía que llegar el color rojo a mis ojos, tenía que pensar en pasado y en el próximo futuro... y claro, las lágrimas ya están aquí. ¿Por qué siempre acabo así?

Bad luck, siento que tenga que estar tan ácida. Sólo espero que los limones no se asusten de mí, ya sé que los demás sí. Qué le vamos a hacer si tengo cara de pomelo, oye...

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