martes, 14 de octubre de 2008

Malancúnia, o como la llaman otros, morriña

Cuando me escucho a veces puedo escuchar el crujido de la mesa camilla en el comedor, la vida en la cocina. Incluso, si me esfuerzo, en la oscuridad de mi cama puedo ver las estrellas que mi madre y yo colocamos ufanosamente para hacer el cuarto más confortable. ¿Y sabes que lo conseguimos, mami?

Echo de menos el ambiente, el olor a casa, su voz. Hasta echo de menos que se queje por lo desordenada que soy, a veces sí que me merezco que me digan que soy un desastre. ¿Y si la vida diera un salto atrás de dos años? A veces quiero sacar la bandera blanca y rendirme al mundo, pero lo que me rodea ya no es como antes. Nunca volverá a ser como antes, porque nadie es igual. Y todo lo que aún nos queda por crecer...

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