Me siento abatida de nuevo. Consuelo es peor que un dolor de muelas, me pongo mala cuando le toca a ella los mismos días que a mí, parece que sea un mal augurio para que mi día vaya mal. Es entonces cuando vienen los clientes estúpidos y prepotentes, me sube la mala leche y la melancolía hasta los límites más insospechados. Para más Inri tengo dos horas libres hasta las 5, para trabajar un par más después.

Echo de menos a Oni, aún estamos a 6 de mayo. ¿Por qué no me queda otro remedio que olvidarme de él? Es tan duro de asimilar... En el fondo es que NO quiero que todo lo que he vivido con él no sirgnifique nada. Mi mente y mi corazón no pueden olvidarse de él, no pueden dejar de pensar en él. No puedo dejar de nombrarle en todo momento, en todas las conversaciones, hasta el punto que me reprenden por ello. ¿Por qué simplemente no puedo asimilar que se ha ido? Realmente todo sería más fácil, no me encontraría desesperada y loca de amor por él. No tendría que estar comparando a todas las personas que se acercan a mí con él, con lo que hizo, lo que dijo o cómo lo hizo o digo.El problema es en resumen ese, que antes por mucho que supiera qué era querer a alguien, no fueron un punto verdadero de referencia. Él ha dejado el listón muy alto en mi corazón, tan alto que es casi inimaginable (de hecho, ahora mismo es inimaginable sin casi) que alguien llene el hueco que él ha dejado a su paso. Para mí era algo supremo, le veía como ESA PERSONA que estaría ahí para siempre. Hinchó mi corazón, lo llenó hasta los topes y después estiró de la cadena.

Sé que si me vuelve a proponer salir, caeré por mucho que diga que me lo pensaré. Soy adicta a esos labios, a esos brazos, a su tacto y su mirada. Soy adicta a cada centímetro de su piel, a su voz, a sus palabras, a todo lo que hace y escribe. No puedo verle sólo como un amigo porque me moriré por besarle, por acariciarle. ¿Qué debería haber hecho que no hice? I don't know.

Si me hubiera mentido y en realidad sí ha estado liado con otra (o lo está) espero que como comparativa aprenda a apreciar lo que tuvo. A lo mejor así, viendo la diferencia entre una persona que no conoce de nada y alguien con quien lleva tratando más de año y medio... No tengo ni la más remota idea, al fin y al cabo no somos tan tan iguales como creíamos al principio.

Tengo muchas ganas de llorar. Tengo ganas de salir corriendo hasta el aeropuerto y coger el primer vuelo a Londres que haya. Aunque lo hiciera, no serviría de nada, lo sé.

¿Por qué todo se reduce a él?

Estoy estresada con lo que me vienen ahora, el último mesecito va a ser horroroso, examen tras examen sin descanso. No estoy preparada para soportar un final de curso, un final de bachiller. Es una verdadera ruptura con todo lo que conocía hasta el momento, la universidad, Londres, nueva gente, mayoría de edad... ¿Y para qué quiero todos esos cambio? Tengo que aprovecharlos al máximo, exprimirlos y beber el jugo.

Tengo sueño y cansancio. Ayer descansé, recuperé vigor para ese día. Hoy estoy igual de cansada, igual de triste que todos los días. El trabajo, los estudios, los amigos y los intereses que algunos quieren cobrarse se están llevando mi vitalidad, están chupando cada ápice de fuerza que tengo dentro. En estas fechas además estaba en Torrevieja, y lo echo tantísimo de menos... Con pensar en ello lloro, las lágrimas siempre vienen a mí. Echo de menos las aulas iluminadas, a algunos profesores, a mis compañeros, la ciudad, el mar con mil tonalidades verdeazuladas, el paseo con las estatuas de arena, El Muelle y esa foto en blanco y negro tan tan tan tan horrorosa, el Mercadona, las pateadas hasta el instituto con Peter y las vueltas antes de hora los viernes. El verano con el PSO, la piscina, Telepizza, Oni, Oni, Oni, Oni, Oni, Oni, Oni... ¿Oni? Sí, Oni. Todas las cosas malas eran inevitable, de hecho me sentía como una persona inhumana por sobrevivir sin lesiones aparentes, a parte de los antidepres y alguna crisis que me daba por ahí suelta. Ahora, cuando lo veo desde fuera, desde la lejanía es cuando me espanto y lloro. Todo lo que tenía antes de llegar a Torrevieja se ha ido desintegrando y yo me he quedado soñando, dentro de mí, viendo como la burbujita se hacía añicos entre mis dedos, sin tocarla. Ha sido duro, sigue siéndolo.

Nunca volveré a ser la misma. Paciencia para aprender a nacer... Patience.