No quiero saber nada de nada, pero mi mente es un atolladero total. Tanto caos que al final se me ha caído la cabeza y no encuentro mi cuerpo... Me he convertido en marciano, un día me creció en el dedo un ala pequeñita, y el ojo se transformó en papagayo que no para de cantar. Camino a la pata coja y para hablar digo lo contrario a lo que quiero, por la oreja.
Cuando encuentre mi cuerpo me quitaré el cerebro por el ombligo. Pensaré con el corazón que tengo partido en cachitos, cada uno en uno de los doce pies que me han crecido.
Nací del suelo como una flor, pero en vez de salirme raíces volé.
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