viernes, 6 de abril de 2007

¿Has oido hablar de los duendes?


Una vez conocí un duende. Él me contó que ellos se dedican a robar cosas valiosas y reemplazarlas por cualquiera otra. No está en su naturaleza ser buenos ni malos, simplemente son caprichosos y olvidadizos. Hacen las cosas así, porque sí.

Creo que uno de esos pequeños y juguetones seres vino a verme, sustituyendo las pocas fuerzas que me quedaban por paciencia. ¿Y para qué necesitaba la paciencia? Ahora lo entiendo.

Para superar esta...última prueba me es imprescindible su presencia, para poder llegar al malo final y, con suerte, vencerlo y quedarme con el mejor premio: con Él. Por mucho que pueda intentarlo, es lo único que deseo en estos momentos, y ni siquiera puedo hablar con él, por el maldito pause.

Por desgracia dejé marchar a ese duende que capturé. Se fue murmurando por lo bajo palabras ininteligibles, con sus andares patizambos y el pelo alborotado. Si pudiera retenerlo, le haría devolver algo que estoy segura que le robó.

Sí, a Él. Estoy segura que le robaron el corazón. Y es un misterio qué le dejaron a cambio...

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