jueves, 4 de diciembre de 2008

Melting me

Sólo me tomo un respiro. Parece que, a veces, no hay nada mejor como tomarse una copa con mucho hielo.

Los cubitos suenan con un ruido seco al caer en el tubo, al fondo. Están tan fríos que se te pegan los dedos a ellos, como si no quisieran dejarte marchar. Creo que saben que nos instantes después, el tiempo para elegir el licor, escanciarás el líquido allí. Y se pondrán a quejar con unos suaves criscris. Parece incluso un sonido dulce.

Después un toque de azúcar que no se deshace, que baja hasta el fondo acompañado por las ondas del agua fundiéndose con el alcohol, los ojos se empañana como el vaso. Sin tomar una gota pareces borracha de sensualidad en esta estancia cálida y solitaria. Adelante mis valientes, no hay nada que se pueda temer hoy.

Los hielos, lo sólido del agua se ha deshecho en alcohol, entre la más comercial de las drogas. Ya no queda nada de su fuerza, ya no queda. Ahora sólo he de tirarlo por el báter, porque ya no tiene ningún valor. Ya no...

1 comentario:

Matías Arjona dijo...

Existen licores que fueron creados para beber de a dos.