domingo, 3 de agosto de 2008

Edinburgh: poco para la marcha...

Echaré de menos esta casa. - y yo cariño, y yo... no te imaginas cuanto... puf... he recordado cuando paseando por Princess St comenzamos a oir el chirriante sonido de las gaitas y se me heló la sangre... y no creo que sea capaz de olvidarlo, en absoluto. El clima, la gente, el omnipresente verde, la luz y los edificios con sus close, court y demás recovecos. Sencillamente inolvidable.

Lo escribía en mi diario hace unos instantes... lo peor de todo es que sé que dejo lugares, personas y situaciones por ver y conocer. Si creyera que lo he visto todo sería un poco más feliz, aunque más ignorante por supuesto. Siempre prefiero la verdad, así que imagino que tras el amargo sabor de fondo de las despedidas queda la certeza del regreso.


Todo, todo lo que dices es cierto. ¿Qué será del crujir de la madera al entrar en la cocina? Los paseos tan grandes por no querer coger el bono-bus, la lluvia, la niebla entre los árboles y las farolas de noche, escuchar el acento escocés, la gente en kilt, salir y que a la una cierren todos los pubs... ¿Qué va a ser de todas las cosas que nos perdemos sólo en esta ciudad?

Y ya queda menos de dos semanas...

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