viernes, 18 de julio de 2008

Edinburgh: in the middle of the history

Mi pecho se hincha y he de parar un instante. Es una calle cualquiera, el suelo de piedra, las fachadas de piedra, el cielo gris, la gente con sus paraguas abiertos, enseñando los colores a las nubes para que paren de llorar, para que sonrían.

Y de repente el corazón me va más rápido. Estoy donde otros estuvieron hace siglos, estoy donde estarán dentro de muchos más. Doy un paso y entre las notas del piano en mis oídos distingo un eco fuerte y distante, un eco bajo tierra, donde hace años vivieron miles de personas, donde siglos anteriores gritaron y murieron de hambre y peste... El tiempo para ellos se ha acabado, pero otros siguen sin prestarles atención.

Escucho esta sonata mientras me convenzo que fueron muchos otros los que desearon ver un rayo de luna, oírlo y sentirlo como me siento yo. He de sentarme en un estrecho callejón, algún 'close', como ellos le llaman en su lengua extraña, en algunas escaleras que tienen su réplica en un mundo subterráneo donde la muerte se pasea. El mundo más oscuro de una ciudad llena de vida como la que tengo delante de mí, con un reverso tan tenebroso... que me da escalofríos.

Los minutos pasan y mis oídos dejan de escuchar la música, porque la música también muere. Llega el silencio por un instante y después todo recobra su antigua vida.

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