viernes, 6 de junio de 2008

Uno, dos, tres... (I)

La venda tenía el tacto del terciopelo. Si hubiera cerrado los ojos sin más no habría podido sentirme tan segura en un ambiente más relajado.

- Para abrir tu regalo sólo has de esperar que cuente hasta tres y estiras de la cinta para acercar el paquete hacia ti.
- ¿Y si lo estiro antes?
- No encontrarás nada, cariño, porque aún no lo he atado.
- ¿Es eso o un truco para que no estire antes de tiempo?
- Bueno, piensa lo que quieras...
- ¡Va, cuenta!

Uno...
...dos...
...¡tres!

Busqué el agradable tacto y estiré. Una cajita cayó en mi regazo. Desaté la venda y abrí el envoltorio burdeos. Dentro había un pequeño corazón de peluche.

- Te amo, cariño. ¡Qué tres segundos tan largos me has hecho pasar!

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