martes, 19 de febrero de 2008

Estas lágrimas arden como el fuego al salir de mis ojos. Echo de menos los recuerdos, el océano rugiente y la tranquilidad de una casa vacía. Acomodarme, acostumbrarme al olor de la vida, a saltar con la música y vivir bajo las estrellas. ¿Dónde ha quedado TODO? ¿En qué rinconcito vive, que me despierta para husmear entre el ardiente calor de este par de rendijas en mi cara?

Sigues tan cerca y no acompañas mis pasos ahora. Vienes, me besas y te vas. ¿Desde cuándo el viento sopla en tus labios?

Me he acostumbrado, y la monotonía hace preguntarte cosas. Cómoda, me siento bien apoltronada en una cama que esta noche se llenará por dos cuerpos calientes. Es fácil abandonarse a unos labios que te besan, sentir es dejarse llevar y ya está. Pero siempre aparece el dolor del pasado.

Todo está bien, ¿no? Si no, ¿a quién le interesa?

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