domingo, 4 de marzo de 2007

Momentos de [des]dicha

Es cuando los pensamientos son tan profundos que casi los puedes tocar. Alargas la mano y ahí están, en forma de aquello que te viene a la cabeza. En mi caso, te veo y te escucho, soy capaz de hablar contigo y reflexionar, del mismo modo que si te tuviera delante. A veces es tan así que hasta he soltado en voz alta palabras inconexas, frases sueltas, que la gente ha escuchado y -obviamente- no ha entendido. Sí, ahora esas personas me toman por loca. ¿Y qué? No estoy muy segura de no estarlo, a ratos.
Me pregunto si de verdad estaremos destinados a llegar a algún lado, si alguien encontrará la fórmula matemática que demuestre que hay algo finito y somos capaces de alcanzarlo... Si algún día podré llegar a estar lo suficientemente inspirada como para empezar y acabar algo tan sencillo como un relato. ¿Qué soy, más que una escritora renegada?
Sólo en ese trance donde te toco sin estar a mi lado soy capaz de sentir la bocanada de aire para que mis dedos vuelen encima del teclado, pero en el momento que los coloco desaparece la concentración y adiós musa... El día que te vuelva a tener cerca te cuidaré tanto que no querrás volver a alejarte más. ¡No necesitas hacerlo!

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