Estaba en la ducha y me he embelesado. Podía hacer que el agua formara gotas de rocío por todos lados, tenía el poder de colocarlas ahí, y ahí, y ahí... Eran cristalinas, perdían el tiempo para que yo las contemplara unos segundos.
- Los regalos nunca hay que despreciarlos, sobre todo los que se hacen con el corazón, ¿entiendes?
Y el agua entendió, y expandió dos milímetros su corazón más allá. Me había entendido, y ahora me sentía tan confusa como especialmente alegre. Soy como una niña, soy como una niña, soy como una niña, soy... ¡soy una niña! El bucle empieza de nuevo, he vuelto a creer en la inocencia y la fantasía.
Mi cama huele a sueños y a ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario