Algo pasa, claro que algo pasa. Pero mis ganas siguen intactas y aquí, donde yo puedo verlas. Soy tan pausible como las uñas que empiezan a aparecer, a decir que existen. Son mi antítesis.
Me gustaría fundirme con cualquier nada para que no puedan verme, porque no me lo merezco. Llevo dos días preguntándome sin cesar cómo he llegado hasta aquí. Tanto lo he preguntado que hoy el día se ha levantado con nubes encima de mi cabeza, mareos y vómitos. Puta jaqueca. Pero eso sigue sin contestarme a la pregunta, sólo hace que me sienta un poco peor por seguir aquí.
Hay gente que ante cualquier adversidad es fiel a sí misma y a lo que quiere y respeta. ¿Dónde se me quedó el respeto? ¿Dónde guardo las cosas bonitas que yo veneraba de mí misma hace años? Ahora parece que sólo la ley de Darwin ha entrado con fuerza en mi cabeza; y sí, estoy viviendo... vaya si estoy viviendo.
¿Pero entonces qué causa externa hace que me sienta, en el fondo, TAN mal?
- ¿Tanto como para no disfrutar lo que tienes a tu alrededor, Sara?
- Sí.
- ¿Tanto como para no saber ni qué tienes dentro?
- Tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario