A veces más allá de todo me gustaría sólo dejarme llevar. Por un instante he soñado que esta era mi casa, y que detrás de la puerta se encontraban esos sonidos tan particulares de la mesa camilla, el extractor de la cocina o la voz de mi madre como un eco. Puedo ver el suelo, los critales de las puertas y a Neko tumbado encima del sofá.
¿Por qué todo eso tuvo que irse? Hace dos años que todo eso sucedió y mi vida ha sido un descontrol desde entonces. Ya no hay nada de aquello, sólo esa sensación fuerte que he tenido por un instante de haber rejuvenecido ese tiempo y tener todo lo que en estos momentos ya no volverá.
El día que yo me vaya, que deje todo esto, aquí ya no quedará nada, nada de nada. Me llevaré todo lo que aprendí y todo lo que experimenté, tendré todo lo que mi mente ha sido capaz de guardar. Las cosas más bonitas desaparecen y nadie se molesta en llorarlas, en echarlas de menos. En este mundo nadie te dice si lo estás haciendo bien o mal, pero luego es tan fácil echar las cosas en cara... It's my way, I'm sorry. I'm just me, okay?
No deseo ni a mi peor enemigo un día como hoy, ni una 400 actualización como esta. Sólo es un conflicto with myself, you know.
viernes, 27 de febrero de 2009
domingo, 22 de febrero de 2009
Post-carnavales
Creo que podría haber dicho que no recordaba nada, así habría sido todo más fácil. Pero lo hice yo, en las circunstancias que fueran.
Me da vergüenza decir 'perdón' y miedo decir en alto lo que flota en mi cabeza. No sé ellos, pero yo me llevo un ligero recuerdo, y por triste que suene, no de sus caras o su voz. No de nada, en realidad. Sólo están como figuras abstractas.
Me da vergüenza decir 'perdón' y miedo decir en alto lo que flota en mi cabeza. No sé ellos, pero yo me llevo un ligero recuerdo, y por triste que suene, no de sus caras o su voz. No de nada, en realidad. Sólo están como figuras abstractas.
miércoles, 18 de febrero de 2009
My three wishes
Viñeta 1.
- Me has despertado de la lámpara. Te concederé tres deseos, ¿qué es lo que más deseas?
- Me gustaría tener una bola de hamster del tamaño de un hombre.
Viñeta 6.
- ¿Y los otros deseos?
- ¿Para qué necesitaría más deseos?
(Traducción a la vista, para los que -aunque lo dudo- no lo entiendan, protagonizada por Me =D)
Pues algo así me ocurre que podría pedir. Una bola donde pudiera meterme yo, y dar vueltas por ahí. No es cuestión de espacio, es más bien comodidad. Sentirse segura en un lugar donde nadie, absolutamente nadie pueda perturbar el ambiente de calma.
En el fondo sé que todo lo que hago día a día es para ello, para el día que entre en una pequeña casa acogedora y pueda quitarme los rutinarios problemas y dejarlos en el perchero, en la entrada. ¿Cómo será mi día de mañana? ¿Y quién puede imaginárselo teniendo un día de hoy tan ajetreado?
Sólo pediría una cosa, una última cosa para que el mundo fuera más feliz que ayer. Me gustaría que esa persona que me ha hecho tanto daño toda la vida se convirtiera en un árbol, inerte. Plop, maravillas.
Soko - I'll kill her
So, of course, you were supposed to call me tonight
you were supposed to call me tonight
we would have gone to the cinema
and, after, to the restaurant, the one you like in your street
we would have slept together, have a nice breakfast together
and then a walk in a park together, how beautiful is there!
you would have said "i love you" in the cutest place on earth
where some lullabies are dancing with the fairies
i would have waited like a week or two
but you never tried to reach me
no, you never called me back
you were dating that bleach-blonde girl
if i find her, i swear, i swear...
i'll kill her, i'll kill her
she stole my future, she broke my dream
i'll kill her, i'll kill her
she stole my future when she took you away
i would have met your friends, we would have had a drink or two
they would have liked me, 'cause sometimes i'm funny
i would have met your dad, i would have met your mum
she would have said "please, can you make some beautiful babies?"
so we would have had a boy called tom and a girl called susan, born in japan
i saw it was a love story, but you don't want to get involved
i saw it was a love story, but you're not ready for that ...
me neither. i'll kill her
she stole my future, she broke my dream
i'll kill her, i'll kill her
she stole my future when she took you away
she's a bitch you know, all she's got is blondeness
not even tenderness, yeah, she's cleverless
she'll dump your arse for a model called brendan
he will pay for beautiful surgery 'cause he's full of money
i would have waited like a week or two
but you never tried to reach me
no, you never called me back
you were dating that bleach-blonde girl
if i find her, i swear, you know, i swear, i swear ...
i'll kill her, i'll kill her
she stole my future, she broke my dream
i'll kill her, i'll kill her
she stole my future when she took you away
man, i told you, you know, if i find her,
i really, i, i mean, i'll kill her, for real!
it's like for sure, you have to know, uh,
i mean, you know, i can do it, man,
i'll kill her.
martes, 17 de febrero de 2009
Unas palabras
Mira por la ventana y observa las estrellas, entre todas ellas hay un espacio vacío. Allí estabas tú, ofreciendo tu calor a las demás estrellas, sintiéndote una más entre toda la belleza posible, pero un día decidiste innovar y acalorarnos a todos bajando a la Tierra. Aquel día alegraste a 1 millón de entes y entristeciste a otro millón, pero bueno, no siempre se puede satisfacer a todo el mundo, ¿verdad?
¿Sabes por qué no duermes mucho? Porque por las noches, tus hermanas salen a buscarte y tú te mantienes despierta para que puedan verte y saber que estás bien, ya que durante el día te dedicas a complacer a los demás.
Sabes, a veces eres todo ingenio y me haces sentir bien. A ti, a ti te complaceré todo lo que sea necesario para poder hacerte ver que eres sólo una cuarta parte de lo que me importas.
Gracias por tus palabras de apoyo ^^^
¿Sabes por qué no duermes mucho? Porque por las noches, tus hermanas salen a buscarte y tú te mantienes despierta para que puedan verte y saber que estás bien, ya que durante el día te dedicas a complacer a los demás.
Sabes, a veces eres todo ingenio y me haces sentir bien. A ti, a ti te complaceré todo lo que sea necesario para poder hacerte ver que eres sólo una cuarta parte de lo que me importas.
Gracias por tus palabras de apoyo ^^^
Por la mañana
Levantarse pronto, darse una ducha y desayunar tranquilamente. Me da tanta pereza hacerlo, pero el día que soy fuerte y me repongo al trauma de levantarme de la cama, es muy reconfortante. Hoy hasta me ha dado tiempo a escribir, ¿ves? El campanario me acompaña... y el cartero, el cartero también. La persona que siempre viene a entregarnos los paquetes es una persona insolente a la que se le queda pegado el dedo en el timbre, aunque sean las... 8 de la mañana. Porque los estudiantes no podemos estar durmiendo en un día tan apacible, un martes cualquiera.
Dentro de todo, más allá de TODO, estoy muy bien. Si mi subconsciente se queja, allá él. No digo que tenga o no motivos para estar enfurruñao, pero es más fácil dejar que todo suceda y tragártelo tal cual, y cada segundo una sonrisa nueva, y blah :D. ¡Sobre todo BLAH!, ¿eeeh?
Me apetece un café de buena mañana. Un xic més carregat, per favor. És per les matinades, i si tan sols és aigua amb color no m'afecta, sap vosté?
Dentro de todo, más allá de TODO, estoy muy bien. Si mi subconsciente se queja, allá él. No digo que tenga o no motivos para estar enfurruñao, pero es más fácil dejar que todo suceda y tragártelo tal cual, y cada segundo una sonrisa nueva, y blah :D. ¡Sobre todo BLAH!, ¿eeeh?
Me apetece un café de buena mañana. Un xic més carregat, per favor. És per les matinades, i si tan sols és aigua amb color no m'afecta, sap vosté?
lunes, 16 de febrero de 2009
Sth happens
Algo pasa, claro que algo pasa. Pero mis ganas siguen intactas y aquí, donde yo puedo verlas. Soy tan pausible como las uñas que empiezan a aparecer, a decir que existen. Son mi antítesis.
Me gustaría fundirme con cualquier nada para que no puedan verme, porque no me lo merezco. Llevo dos días preguntándome sin cesar cómo he llegado hasta aquí. Tanto lo he preguntado que hoy el día se ha levantado con nubes encima de mi cabeza, mareos y vómitos. Puta jaqueca. Pero eso sigue sin contestarme a la pregunta, sólo hace que me sienta un poco peor por seguir aquí.
Hay gente que ante cualquier adversidad es fiel a sí misma y a lo que quiere y respeta. ¿Dónde se me quedó el respeto? ¿Dónde guardo las cosas bonitas que yo veneraba de mí misma hace años? Ahora parece que sólo la ley de Darwin ha entrado con fuerza en mi cabeza; y sí, estoy viviendo... vaya si estoy viviendo.
¿Pero entonces qué causa externa hace que me sienta, en el fondo, TAN mal?
- ¿Tanto como para no disfrutar lo que tienes a tu alrededor, Sara?
- Sí.
- ¿Tanto como para no saber ni qué tienes dentro?
- Tanto.
Me gustaría fundirme con cualquier nada para que no puedan verme, porque no me lo merezco. Llevo dos días preguntándome sin cesar cómo he llegado hasta aquí. Tanto lo he preguntado que hoy el día se ha levantado con nubes encima de mi cabeza, mareos y vómitos. Puta jaqueca. Pero eso sigue sin contestarme a la pregunta, sólo hace que me sienta un poco peor por seguir aquí.
Hay gente que ante cualquier adversidad es fiel a sí misma y a lo que quiere y respeta. ¿Dónde se me quedó el respeto? ¿Dónde guardo las cosas bonitas que yo veneraba de mí misma hace años? Ahora parece que sólo la ley de Darwin ha entrado con fuerza en mi cabeza; y sí, estoy viviendo... vaya si estoy viviendo.
¿Pero entonces qué causa externa hace que me sienta, en el fondo, TAN mal?
- ¿Tanto como para no disfrutar lo que tienes a tu alrededor, Sara?
- Sí.
- ¿Tanto como para no saber ni qué tienes dentro?
- Tanto.
miércoles, 11 de febrero de 2009
Blah
A veces me caso de escuchar la misma música, de no ir a ningún lado. Ya empiezo a echar raíces aquí.
lunes, 9 de febrero de 2009
Y he cerrado la puerta
No hay temas vírgenes, en mi cabeza sólo hay mil nosés y ninguna pregunta formulada. No hay ánimos, no hay disgustos ni alegrías. Soy yo, la misma yo que ve a una chica maja sentada a su lado y le sonríe y la invita a participar con más gente en un trabajo grupal. ¿Por qué, si no sabes ni su nombre? Pues porque más allá de todo, soy esa que a veces no es ella.
Me he sentido sola y terriblemente triste. El cuerpo está adolorido, como diciendo 'ah, te jodes, de esta aprende una lección'. ¿Lección de qué, cuerpecito mío? ¿Cuándo se me ha dado bien aprender?
Cuando pierdo la conciencia de mí suelto todo lo que tengo dentro, pero luego no me acuerdo. Y lloro no por mí, sino por los que quiero y por los que me preocupo; y me maldigo y deseo morir. Luego pienso en mi vida y todo se vuelve neutral. Eso, esto debe ser la baja autoestima. Debería morir porque todo lo que hay a mi alrededor acaba de manera conflictiva y con dolor.
Conflicto, dolor, no son palabras nada bonitas. Parecen sinónimos de Sara, y lo peor es que ahora yo soy sólo el receptor pasivo de ello, no he hecho nada para causarlo. Manos quietas, todos tranquilos... oportunidades así también las hay, a patadas.
Me he sentido sola y terriblemente triste. El cuerpo está adolorido, como diciendo 'ah, te jodes, de esta aprende una lección'. ¿Lección de qué, cuerpecito mío? ¿Cuándo se me ha dado bien aprender?
Cuando pierdo la conciencia de mí suelto todo lo que tengo dentro, pero luego no me acuerdo. Y lloro no por mí, sino por los que quiero y por los que me preocupo; y me maldigo y deseo morir. Luego pienso en mi vida y todo se vuelve neutral. Eso, esto debe ser la baja autoestima. Debería morir porque todo lo que hay a mi alrededor acaba de manera conflictiva y con dolor.
Conflicto, dolor, no son palabras nada bonitas. Parecen sinónimos de Sara, y lo peor es que ahora yo soy sólo el receptor pasivo de ello, no he hecho nada para causarlo. Manos quietas, todos tranquilos... oportunidades así también las hay, a patadas.
domingo, 8 de febrero de 2009
Lagunas
No sé qué podría decir, lo que recuerdo de la noche fue grandiosa y me lo pasé bien, pero aprendí a base de hostias -como siempre- que la mejor forma de olvidar no es beber. Así, directamente, no te acuerdas de nada.
jueves, 5 de febrero de 2009
miércoles, 4 de febrero de 2009
He soñado que...
martes, 3 de febrero de 2009
10. El botón
Una llamada me despertó. El teléfono en la mesita vibraba, por lo que debía ser el del trabajo. Al personal no me llamaba nadie.
- ¿Si?
- Pero hoy es…
- Sí, sé que estás al tanto de esas cosas, pero tanto para ti como para mí, trabajar un domingo es inmoral.
- ¡No, no! Vale, ya me espabilo. ¿Hasta cuándo estarás ahí?
- Ok, vale. Si no estás allí iré hasta tu casa. Perfecto. Hasta luego, jefe.
Suspiré, algo indignada. El jefe es el jefe y el trabajo para él es siempre una oportunidad importantísima. ¿Qué querrá esta vez?
Durante muchos días he estado pensativa, tanto que a mi alrededor casi todos me han asombrado. ¡Me he vuelto coherente y distante! ¿Desde cuándo era así? Pues, aunque nadie lo supiera, desde que el bolsillo de la chaqueta estaba perdido. Había tenido que comprar otro monedero e iba por ahí con el pasaporte. Pero por orgullo propio no pensaba sacarme otro DNI, porque era mi obligación encontrar ese dichoso bolsillo, y sabía exactamente dónde encontrarlo.
- Tranquila, chaquetita, que pronto te devolveré el trocito que te falta.
- ¿Quéee…? –murmuró Allen, entre dientes.
- Cariño… nada, me ha llamado mi jefe y he de ir en seguida, porque tiene una oportunidad única para mí.
- ¿Por qué no le dices a tu jefe que tienes familia?
- ¿Por qué no se lo dices tú a tu superior? Volveré antes de comer y os llevaré a un restaurante bonito, ¿vale? –le di un beso en la frente.
- ¿Tengo opción?
- Sí, sólo una: darme los buenos días e intentar dormir un poco más. Es muy pronto…
Suspiramos al unísono, pero accedió. Ducha, café, vestirme, coger las llaves, despedirme y ya en el coche la música bien alta. Suspiré de nuevo, el reloj marcaba las 7.34. Abrí la guantera para elegir un CD y un libro cayó al suelo, y de él un papelito. ¿Un papelito…? Lo abrí, y con una caligrafía alargada había escrita una dirección.
7.36… 7.37… 7.38… 7.59… 8.26…
Salí del coche y toqué al timbre de un piso normal, gris como los demás, y una puerta de barrotes negros. Barrotes, como en la cárcel. Volvía a tocar, y otra vez, y otra vez. Al fin, me abrió sin preguntar quién era.
- Séptimo piso –su voz parecía soñolienta.
Toqué suavemente a la puerta dos veces y me abrió la puerta unos ojos azules, su pecho desnudo y unos pantalones caídos y raídos. Cuando me acerqué a él, no se apartó. Su piel era cálida y suave. Me demoré con la yema de mis dedos en su torso y pronto levanté la cabeza de nuevo para besarle. Las manos se demoraron y él mientras me abrazaba cerró la puerta.
Su cama tenía las sábanas de raso rojo, calientes aún. Olían dulce y eran tan suaves… me perdí en ellas, igual que se perdió mi ropa fuera de ella, igual que mi mente, mi vida. Me hundí en rojo, negro por su pelo, blanco en su piel y azul cuando me miraba. Liberé mi alma y encontré que dentro había más cosas de las que yo imaginaba, y empecé a creer en mí. Entre movimientos de pelvis, giros y risas me fui expandiendo hasta que ya no pude más y me dejé caer, exhausta. Él también estaba como muerto debajo de mí. Me recosté a su lado y apoyé la cabeza en la parte interna del brazo.
- Tus besos son blancos, porque el blanco se descompone en todos los otros colores –se puso de lado y me besó en el hombro. Le miré a los ojos y éste acarició mi mejilla, haciendo una pequeña mueca sonriente y me dio un bocadito en la punta de la nariz-. ¡Y eres dulce!
Nos estremecimos un segundo y fui a taparnos con la sábana. De allí cayó algo al suelo. Fui a mirar y allí estaba. Era…
- ¿Tienes tú mi bolsillo?
- ¿El qué? ¿Yo tu bolsillo? ¿Cómo se tiene eso?
- Este es el botón del bolsillo de… -entonces lo entendí todo. Elías era indudablemente una parte de mí y esa era la forma en que el bolsillo me lo demostraba. La punta del iceberg, aquí me encontraba segura ante algo firme a lo que agarrarme, donde perderme y reencontrarme con unos labios. Sentía más confianza con esta persona tormentosa, de subidas y bajadas, con su propia vida anónima para mí que en mucha otra gente más cercana.
Y así, con ese sentimiento de liberación, dejé su casa. Como recuerdo de esa mañana me llevé su olor y un botón reaparecido.
10.01
En el coche suspiré. Hoy parecía el día de los suspiros. Puse a todo volumen un CD cualquiera y fui hasta mi trabajo. El jefe me esperaba inquieto.
- ¡Alma! ¡Por fin aquí! Estaba a punto de irme a casa. No sé si aceptarás, pero me gustaría proponerte la oferta más jugosa que me han ofrecido desde que trabajo aquí… y eso ya son muchos años, querida.
- ¿Y yo podré?
- Creo que, si aceptas, puede ser de las cosas más productivas que has hecho nunca.
- ¿Bueno, y en qué consiste?
- Tendrías que…
- ¿Si?
- Pero hoy es…
- Sí, sé que estás al tanto de esas cosas, pero tanto para ti como para mí, trabajar un domingo es inmoral.
- ¡No, no! Vale, ya me espabilo. ¿Hasta cuándo estarás ahí?
- Ok, vale. Si no estás allí iré hasta tu casa. Perfecto. Hasta luego, jefe.
Suspiré, algo indignada. El jefe es el jefe y el trabajo para él es siempre una oportunidad importantísima. ¿Qué querrá esta vez?
Durante muchos días he estado pensativa, tanto que a mi alrededor casi todos me han asombrado. ¡Me he vuelto coherente y distante! ¿Desde cuándo era así? Pues, aunque nadie lo supiera, desde que el bolsillo de la chaqueta estaba perdido. Había tenido que comprar otro monedero e iba por ahí con el pasaporte. Pero por orgullo propio no pensaba sacarme otro DNI, porque era mi obligación encontrar ese dichoso bolsillo, y sabía exactamente dónde encontrarlo.
- Tranquila, chaquetita, que pronto te devolveré el trocito que te falta.
- ¿Quéee…? –murmuró Allen, entre dientes.
- Cariño… nada, me ha llamado mi jefe y he de ir en seguida, porque tiene una oportunidad única para mí.
- ¿Por qué no le dices a tu jefe que tienes familia?
- ¿Por qué no se lo dices tú a tu superior? Volveré antes de comer y os llevaré a un restaurante bonito, ¿vale? –le di un beso en la frente.
- ¿Tengo opción?
- Sí, sólo una: darme los buenos días e intentar dormir un poco más. Es muy pronto…
Suspiramos al unísono, pero accedió. Ducha, café, vestirme, coger las llaves, despedirme y ya en el coche la música bien alta. Suspiré de nuevo, el reloj marcaba las 7.34. Abrí la guantera para elegir un CD y un libro cayó al suelo, y de él un papelito. ¿Un papelito…? Lo abrí, y con una caligrafía alargada había escrita una dirección.
7.36… 7.37… 7.38… 7.59… 8.26…
Salí del coche y toqué al timbre de un piso normal, gris como los demás, y una puerta de barrotes negros. Barrotes, como en la cárcel. Volvía a tocar, y otra vez, y otra vez. Al fin, me abrió sin preguntar quién era.
- Séptimo piso –su voz parecía soñolienta.
Toqué suavemente a la puerta dos veces y me abrió la puerta unos ojos azules, su pecho desnudo y unos pantalones caídos y raídos. Cuando me acerqué a él, no se apartó. Su piel era cálida y suave. Me demoré con la yema de mis dedos en su torso y pronto levanté la cabeza de nuevo para besarle. Las manos se demoraron y él mientras me abrazaba cerró la puerta.
Su cama tenía las sábanas de raso rojo, calientes aún. Olían dulce y eran tan suaves… me perdí en ellas, igual que se perdió mi ropa fuera de ella, igual que mi mente, mi vida. Me hundí en rojo, negro por su pelo, blanco en su piel y azul cuando me miraba. Liberé mi alma y encontré que dentro había más cosas de las que yo imaginaba, y empecé a creer en mí. Entre movimientos de pelvis, giros y risas me fui expandiendo hasta que ya no pude más y me dejé caer, exhausta. Él también estaba como muerto debajo de mí. Me recosté a su lado y apoyé la cabeza en la parte interna del brazo.
- Tus besos son blancos, porque el blanco se descompone en todos los otros colores –se puso de lado y me besó en el hombro. Le miré a los ojos y éste acarició mi mejilla, haciendo una pequeña mueca sonriente y me dio un bocadito en la punta de la nariz-. ¡Y eres dulce!
Nos estremecimos un segundo y fui a taparnos con la sábana. De allí cayó algo al suelo. Fui a mirar y allí estaba. Era…
- ¿Tienes tú mi bolsillo?
- ¿El qué? ¿Yo tu bolsillo? ¿Cómo se tiene eso?
- Este es el botón del bolsillo de… -entonces lo entendí todo. Elías era indudablemente una parte de mí y esa era la forma en que el bolsillo me lo demostraba. La punta del iceberg, aquí me encontraba segura ante algo firme a lo que agarrarme, donde perderme y reencontrarme con unos labios. Sentía más confianza con esta persona tormentosa, de subidas y bajadas, con su propia vida anónima para mí que en mucha otra gente más cercana.
Y así, con ese sentimiento de liberación, dejé su casa. Como recuerdo de esa mañana me llevé su olor y un botón reaparecido.
10.01
En el coche suspiré. Hoy parecía el día de los suspiros. Puse a todo volumen un CD cualquiera y fui hasta mi trabajo. El jefe me esperaba inquieto.
- ¡Alma! ¡Por fin aquí! Estaba a punto de irme a casa. No sé si aceptarás, pero me gustaría proponerte la oferta más jugosa que me han ofrecido desde que trabajo aquí… y eso ya son muchos años, querida.
- ¿Y yo podré?
- Creo que, si aceptas, puede ser de las cosas más productivas que has hecho nunca.
- ¿Bueno, y en qué consiste?
- Tendrías que…
09. El color de los besos
¡Miedo! ¡Quién dijo miedo! La mitad de las historias apasionantes ocurrían en el coche. Subía la ventanilla, bajaba la ventanilla; encendía la radio, cambiaba la emisora, cambiaba de emisora otra vez, encendía el reproductor de CD, cambiaba de canción, cambiaba de CD, apagaba el reproductor de CD. En el asiento del copiloto muchos papeles, tres libros gruesos y un papelito asomando.
Nunca le ha gustado aprovecharse de su trabajo, nunca había considerado necesario mentir… pero el bolsillo seguía perdido en una montaña con ojos azules. Esa vez era una pequeña traducción piloto para un futuro cliente, todos los papeles que llegaban a mis manos no necesitaban retoques, correctores o revisiones. Mi jefe sabía con quién jugaba y esta vez apostábamos fuerte. Fue la primera excusa que pude pensar, tenía que entregar la traducción esa misma tarde, a las 18.30, puntual.
Aparqué en la puerta del colegio y el reloj del coche marcaba las 17.48. ¿Por qué hoy era tan puntual? La niña estaba con la niñera, Allen en su trabajo, y yo en frente de la verja verde. De fondo un edificio blanco. ¿Qué hago aquí? Me dediqué a toquetear el peluche en forma de rana que hay enganchado en el freno de mano. Me miraba inquisitiva y yo le sostuve la mirada. ¿Qué, no tengo derecho a ser feliz?
Toc, toc, toc.
Miro hacia el cristal que suena. Ojos azules, pelo revuelto.
- Pensé que te habías olvidado de mi café.
- Y yo de la mala memoria que puedo tener para recordar. Sube, te voy a enseñar lo dura que puede ser la vida de una mamá.
- Pero mi moto…
- Luego vendremos a por ella, tranquilo.
- Pero…
Le abrí la puerta, levanté todos los libros, se sentó como un autómata y le coloqué el peso del conocimiento encima de las piernas.
- Para que luego digan que el saber no ocupa lugar… ¡Mi casa estaría vacía! –Resoplé, miré la hora y me dirigí rauda por las callejuelas más estrechas de la ciudad-. Mi jefe no conoce el significado de la palabra ‘compromiso’ y siempre me hace lo mismo. Plazos que se acaban en la mitad del tiempo, trabajo cada vez más perfecto, palmaditas en la espalda…
Lo ojos de él pasaban del montón de papeles a mis pintas. Ese día llevaba el pelo recogido con una estilográfica Montblanc, un jersey enorme que debía ser negro y unos vaqueros medio desteñidos. Nada parecido a los días anteriores.
- ¿Irene?
- Con la canguro. Se ponen a leer horas y horas. Tengo un pacto con ella, me cuida a la niña, se inspiran, y luego yo le traduzco los libros al idioma que más le apetezca. Total, para todo lo que hay que traducir…
- ¿Entonces de ahí saca eso de los besos de colores?
- Bueno, no, eso nos lo inventamos nosotras. Para hacerte un croquis, los besos rojos son divertidos y bromistas; los naranja están llenos de fuerza para las mañanas; los amarillos son como el sol, cálidos e intensos; los verdes están llenos de vida y naturalidad; los besos azules son infinitos y suaves como una nube; los lila oscuro son para calmar la tristeza… y los besos blancos de buenas noches, llenos de tranquilidad y paz.
- ¿Y eso…?
- Ven, quiero presentarte a alguien.
Aparqué temerariamente en doble fila y le esperé. Cogí el montón de folios y entramos en una pequeña tienda que olía a libro viejo y hacía calor. Estaba todo lleno de estanterías.
- ¡Viejo Roble! Tengo otro encargo para ti.
Salió un hombre anciano de la trastienda. De verdad parece un árbol viejísimo y retorcido, lleno de arrugas y hendiduras donde podría vivir un pájaro carpintero.
- Este es Elías, un amigo. Hoy viene a hacer una visita guiada por la ajetreada vida de una mujer trabajadora.
Viejo Roble se quedó pensativo unos momentos.
- ¿Muchacho, sabrías decirme de dónde viene y qué es el ouroboros?
- El primer dato que se tiene es en tiempos de Alejandría, es decir, en tiempos de Magno en época Macedonia. Lo que no se sabe es si es una parte griega y siria. Simboliza el ciclo eterno y la constante destrucción y creación de las cosas, señor.
Arruga sus arrugadas cejas y recoge los papeles que le tiendo. Con su habitual velocidad me lo devuelve, encuadernado.
- Chico, cuídala mucho.
- ¡Yo ya sé cuidarme sola!
- ¿Y quién te ha dicho que me refiriera a ti?
Nos echamos los tres a reír y salimos de allí secándonos los ojos. Cuando llegamos al coche nos miramos por primera vez a los ojos y volvimos a sonreír. Había algo detrás de esos ojos que me habría hecho mentir una y otra vez.
- Es curioso.
- Lo conocí por casualidad, pero no he vuelto a confiar en nadie más. Es como un padre para mí. Me da la sensación de que lo sepa todo, como si él estuviera un paso más adelante que el resto de nosotros.
- ¿Y querías su aprobación?
- Bueno, más o… -miro la hora, y de repente me parece que no ha podido pasar tanto tiempo. ¡Ya llego tarde!- abróchate el cinturón o acabarás saltando por la ventanilla. ¡Ya llego tarde!
- No me extraña en ti…
En un suspiro estábamos adelantando coches, insultando a viejecitas desprevenidas que cruzaban y hombres que se creían superiores a mí por tener cola. Me gustaría saber desde cuándo los primates están por encima de los humanos. Al fin llegamos, antes de lo previsto. Salí y entré del coche en el tiempo que duraba el estribillo de una canción pegadiza.
- ¿Ya hay café?
- Sí, lo siento, se acabó el turismo. Podemos ir desde aquí al sitio que pensaba llevarte.
Salimos del coche y le llevé por una callejuela estrecha hasta una pequeña portezuela. Dentro había un recinto en madera con una barra al fondo y muchas plantas colgadas alrededor de las ventanas, como si intentaran tocar el sol. Nos acercamos a un rinconcito con un par de asientos recubiertos de cómodos cojines. La mesa de madera maciza estaba tatuada por algún jovenzuelo enamorado e imprudente, pero le daba personalidad al mueble.
- Este sitio lo encontré hace mucho tiempo, el día que vine a hacer la entrevista de trabajo. Para no variar, me perdí y por poco llego tarde, y por casualidad llegué aquí. Me gustó tanto el sitio que le… pedí prestado… una tiza a una niña y empecé a hacer una línea desde aquí hasta la puerta del trabajo, para volver cuando hubiera acabado. Me dieron un texto de prueba y me vine a traducirlo aquí, y creo que fue este ambiente el que me inspiró. Le estoy muy agradecida.
- Hoy he descubierto muchas cosas curiosas. Todo a tu alrededor está lleno de momentos claves, ¿cierto?
- Deja, deja de hablar de mí. ¿Qué te gusta? Me ha sorprendido mucho que supieras lo del ouroboros. Nunca había llevado a nadie allí, sólo a Irene, y a ella creo que también le hizo una pregunta. Cuando le contestó le regaló una piruleta, pero nunca me quiso decir nada.
- Tienes una hija muy lista. La historia es una pasión que llevo dentro desde hace años, pero mi verdadero hobby son los coches y las motos antiguos, aunque nunca he pensado en comprarme nada así. Sólo tengo una moto porque no necesito más, y tampoco me gustaría tener la responsabilidad de que le pasara algo a mi acompañante.
- Creo que una moto da individualidad a la persona. Cómo se nota que no tienes nadie a quien cuidar… Te envidio.
La camarera se acercó muy bien puesta. Era guapa, tenía una voz dulce y un escote tremendo y sugerente. La chica, ya fuera por aburrimiento o por verdadero interés, prestó mucha atención a Elías. Yo los miraba, buscaba los ojos de ambos y creí que me saldría un líquido corrosivo por la boca cuando pronuncié ‘un té de papaya’. De repente no quería mirar, no podía mirar. Me mareaba. Me levanté y creo que murmuré unas palabras incoherentes.
La cabeza me daba vueltas y no era consciente de lo que hacía. ¿Pero qué me pasaba? Ellos no tenían niños, ni compromisos. Seguro que ella tiene una preciosa moto que enseñarle, y él… él tiene un par de ojos azules, una sonrisa bonita, un cuerpo equilibrado, un aire despreocupado y misterioso.
¿Pero qué me pasa?
Toc, toc, toc, toc.
- No queda té de papaya, Alma. ¿Estás bien?
- Sí, tranquilo. ¿Puedes decirle a nuestra sugerente y joven amiga que tomaré un café largo?
Estaba apoyada en el lavabo, con la cabeza gacha, y el pelo del flequillo empapado de agua. Hasta ese momento nunca imaginé lo estremecedor que podía llegar a ser una yema fría de un dedo alzándome el mentón hasta unos intensos y azules ojos. Quitó el pelo de mi cara con sumo cuidado, como si fuera yo una pieza de porcelana china.
- No seas tonta…
- Siempre lo he sido –murmuré. No sabía bien si debía dar un paso adelante o atrás, mantener una distancia. Él agarró mi mano y salimos del baño hasta nuestra mesa. Estaba confusa y su piel estaba cerca de la mía.
Me ayudó a tomar asiento y fue atento y cordial. Cuando volvió la chica ni siquiera le dirigió una mirada y ella se fue bastante indignada, pero yo creo que cogí un poco de color, y él se percató. Charlamos mucho tiempo de forma tan coherente que acabé asombrada. En los últimos meses había perdido toda la credibilidad como ser humano que podía haber adquirido a lo largo de los años, y parecía que en este café volvía a retomarme como persona.
De repente una frase de una película golpeó mi cabeza: ’me hubiera gustado tanto ser amado, que amo’. Era un director francés, lo recuerdo; la película era del 63. ¿Pero cuál era su nombre? Parecía que, fuera como fuese, estuviera resumiendo mi vida desde siempre. ¿Y por qué tenía que acordarme ahora, frente a esta persona tan seductora?
Se hizo la hora de volver. Llegamos al colegio y nos acercamos a su moto. Encendió el motor y me miró.
- Supongo que mañana iré a por Irene –le di un beso en la mejilla y sonreí un poco-. Sólo podrás volver a verme si adivinas de qué color es este beso. Recuérdalo bien.
- Buenas noches, Almita.
- Buenas noches a ti también, Elías.
Se subió a su moto y vi alejarse. Era de noche, cierto. El reloj del coche marcaba las 22.04, una hora comprometida para alguien que sólo ha ido a entregar un trabajo. ¿Y ahora cuál era la excusa?
Llegué a casa en un suspiro. La llave hizo demasiado ruido y creí que despertaría a medio planeta con su maldito crujidito. La entrada olía a comida y había ruido en la cocina. Me acerqué allí y Allen me miró sentado en la mesa.
- No sabía dónde estabas.
- No te preocupes -le di un beso en la frente-. He estado un poco ocupada. ¿Qué tal tu trabajo?
- Cansado, tengo muchas cosas que hacer también. Irene está ya durmiendo, ha cenado una tortilla francesa y la he duchado. Ha sido muy buena.
No pude mirarle a los ojos mucho rato. La cocina estaba casi toda recogida; pasé al comedor, al baño y a nuestro cuarto, como reconociéndolo. Después abrí la puerta de la niña y me senté en el borde. Estaba tan guapa, tan dormidita… Le quité el pelo de la carita y le di tantos besos como pude. Mi niña, mi amor, mi existencia entera se resumía a su sonrisa.
- Para ti, mi pequeño bebé, un beso blanco y puro, como tú. Buenas noches cielo.
Me fui a dormir sin siquiera quitarme la ropa. ¿Pero qué estaba haciendo con mi vida? Allen se asomó al cuarto y me encontró allí tirada. Suspiró, de esa forma que sólo una persona cansada puede hacer. Yo me hice la dormida porque me dolía el pecho, me dolía mucho el corazón. Con cuidado me puso el pijama y me tapó.
- A veces eres tan esquiva, cariño… Pero toda mi vida gira y acaba en ti.
- Fuego fatuo. ¿Conoces esa película? Su director es francés…
Nunca le ha gustado aprovecharse de su trabajo, nunca había considerado necesario mentir… pero el bolsillo seguía perdido en una montaña con ojos azules. Esa vez era una pequeña traducción piloto para un futuro cliente, todos los papeles que llegaban a mis manos no necesitaban retoques, correctores o revisiones. Mi jefe sabía con quién jugaba y esta vez apostábamos fuerte. Fue la primera excusa que pude pensar, tenía que entregar la traducción esa misma tarde, a las 18.30, puntual.
Aparqué en la puerta del colegio y el reloj del coche marcaba las 17.48. ¿Por qué hoy era tan puntual? La niña estaba con la niñera, Allen en su trabajo, y yo en frente de la verja verde. De fondo un edificio blanco. ¿Qué hago aquí? Me dediqué a toquetear el peluche en forma de rana que hay enganchado en el freno de mano. Me miraba inquisitiva y yo le sostuve la mirada. ¿Qué, no tengo derecho a ser feliz?
Toc, toc, toc.
Miro hacia el cristal que suena. Ojos azules, pelo revuelto.
- Pensé que te habías olvidado de mi café.
- Y yo de la mala memoria que puedo tener para recordar. Sube, te voy a enseñar lo dura que puede ser la vida de una mamá.
- Pero mi moto…
- Luego vendremos a por ella, tranquilo.
- Pero…
Le abrí la puerta, levanté todos los libros, se sentó como un autómata y le coloqué el peso del conocimiento encima de las piernas.
- Para que luego digan que el saber no ocupa lugar… ¡Mi casa estaría vacía! –Resoplé, miré la hora y me dirigí rauda por las callejuelas más estrechas de la ciudad-. Mi jefe no conoce el significado de la palabra ‘compromiso’ y siempre me hace lo mismo. Plazos que se acaban en la mitad del tiempo, trabajo cada vez más perfecto, palmaditas en la espalda…
Lo ojos de él pasaban del montón de papeles a mis pintas. Ese día llevaba el pelo recogido con una estilográfica Montblanc, un jersey enorme que debía ser negro y unos vaqueros medio desteñidos. Nada parecido a los días anteriores.
- ¿Irene?
- Con la canguro. Se ponen a leer horas y horas. Tengo un pacto con ella, me cuida a la niña, se inspiran, y luego yo le traduzco los libros al idioma que más le apetezca. Total, para todo lo que hay que traducir…
- ¿Entonces de ahí saca eso de los besos de colores?
- Bueno, no, eso nos lo inventamos nosotras. Para hacerte un croquis, los besos rojos son divertidos y bromistas; los naranja están llenos de fuerza para las mañanas; los amarillos son como el sol, cálidos e intensos; los verdes están llenos de vida y naturalidad; los besos azules son infinitos y suaves como una nube; los lila oscuro son para calmar la tristeza… y los besos blancos de buenas noches, llenos de tranquilidad y paz.
- ¿Y eso…?
- Ven, quiero presentarte a alguien.
Aparqué temerariamente en doble fila y le esperé. Cogí el montón de folios y entramos en una pequeña tienda que olía a libro viejo y hacía calor. Estaba todo lleno de estanterías.
- ¡Viejo Roble! Tengo otro encargo para ti.
Salió un hombre anciano de la trastienda. De verdad parece un árbol viejísimo y retorcido, lleno de arrugas y hendiduras donde podría vivir un pájaro carpintero.
- Este es Elías, un amigo. Hoy viene a hacer una visita guiada por la ajetreada vida de una mujer trabajadora.
Viejo Roble se quedó pensativo unos momentos.
- ¿Muchacho, sabrías decirme de dónde viene y qué es el ouroboros?
- El primer dato que se tiene es en tiempos de Alejandría, es decir, en tiempos de Magno en época Macedonia. Lo que no se sabe es si es una parte griega y siria. Simboliza el ciclo eterno y la constante destrucción y creación de las cosas, señor.
Arruga sus arrugadas cejas y recoge los papeles que le tiendo. Con su habitual velocidad me lo devuelve, encuadernado.
- Chico, cuídala mucho.
- ¡Yo ya sé cuidarme sola!
- ¿Y quién te ha dicho que me refiriera a ti?
Nos echamos los tres a reír y salimos de allí secándonos los ojos. Cuando llegamos al coche nos miramos por primera vez a los ojos y volvimos a sonreír. Había algo detrás de esos ojos que me habría hecho mentir una y otra vez.
- Es curioso.
- Lo conocí por casualidad, pero no he vuelto a confiar en nadie más. Es como un padre para mí. Me da la sensación de que lo sepa todo, como si él estuviera un paso más adelante que el resto de nosotros.
- ¿Y querías su aprobación?
- Bueno, más o… -miro la hora, y de repente me parece que no ha podido pasar tanto tiempo. ¡Ya llego tarde!- abróchate el cinturón o acabarás saltando por la ventanilla. ¡Ya llego tarde!
- No me extraña en ti…
En un suspiro estábamos adelantando coches, insultando a viejecitas desprevenidas que cruzaban y hombres que se creían superiores a mí por tener cola. Me gustaría saber desde cuándo los primates están por encima de los humanos. Al fin llegamos, antes de lo previsto. Salí y entré del coche en el tiempo que duraba el estribillo de una canción pegadiza.
- ¿Ya hay café?
- Sí, lo siento, se acabó el turismo. Podemos ir desde aquí al sitio que pensaba llevarte.
Salimos del coche y le llevé por una callejuela estrecha hasta una pequeña portezuela. Dentro había un recinto en madera con una barra al fondo y muchas plantas colgadas alrededor de las ventanas, como si intentaran tocar el sol. Nos acercamos a un rinconcito con un par de asientos recubiertos de cómodos cojines. La mesa de madera maciza estaba tatuada por algún jovenzuelo enamorado e imprudente, pero le daba personalidad al mueble.
- Este sitio lo encontré hace mucho tiempo, el día que vine a hacer la entrevista de trabajo. Para no variar, me perdí y por poco llego tarde, y por casualidad llegué aquí. Me gustó tanto el sitio que le… pedí prestado… una tiza a una niña y empecé a hacer una línea desde aquí hasta la puerta del trabajo, para volver cuando hubiera acabado. Me dieron un texto de prueba y me vine a traducirlo aquí, y creo que fue este ambiente el que me inspiró. Le estoy muy agradecida.
- Hoy he descubierto muchas cosas curiosas. Todo a tu alrededor está lleno de momentos claves, ¿cierto?
- Deja, deja de hablar de mí. ¿Qué te gusta? Me ha sorprendido mucho que supieras lo del ouroboros. Nunca había llevado a nadie allí, sólo a Irene, y a ella creo que también le hizo una pregunta. Cuando le contestó le regaló una piruleta, pero nunca me quiso decir nada.
- Tienes una hija muy lista. La historia es una pasión que llevo dentro desde hace años, pero mi verdadero hobby son los coches y las motos antiguos, aunque nunca he pensado en comprarme nada así. Sólo tengo una moto porque no necesito más, y tampoco me gustaría tener la responsabilidad de que le pasara algo a mi acompañante.
- Creo que una moto da individualidad a la persona. Cómo se nota que no tienes nadie a quien cuidar… Te envidio.
La camarera se acercó muy bien puesta. Era guapa, tenía una voz dulce y un escote tremendo y sugerente. La chica, ya fuera por aburrimiento o por verdadero interés, prestó mucha atención a Elías. Yo los miraba, buscaba los ojos de ambos y creí que me saldría un líquido corrosivo por la boca cuando pronuncié ‘un té de papaya’. De repente no quería mirar, no podía mirar. Me mareaba. Me levanté y creo que murmuré unas palabras incoherentes.
La cabeza me daba vueltas y no era consciente de lo que hacía. ¿Pero qué me pasaba? Ellos no tenían niños, ni compromisos. Seguro que ella tiene una preciosa moto que enseñarle, y él… él tiene un par de ojos azules, una sonrisa bonita, un cuerpo equilibrado, un aire despreocupado y misterioso.
¿Pero qué me pasa?
Toc, toc, toc, toc.
- No queda té de papaya, Alma. ¿Estás bien?
- Sí, tranquilo. ¿Puedes decirle a nuestra sugerente y joven amiga que tomaré un café largo?
Estaba apoyada en el lavabo, con la cabeza gacha, y el pelo del flequillo empapado de agua. Hasta ese momento nunca imaginé lo estremecedor que podía llegar a ser una yema fría de un dedo alzándome el mentón hasta unos intensos y azules ojos. Quitó el pelo de mi cara con sumo cuidado, como si fuera yo una pieza de porcelana china.
- No seas tonta…
- Siempre lo he sido –murmuré. No sabía bien si debía dar un paso adelante o atrás, mantener una distancia. Él agarró mi mano y salimos del baño hasta nuestra mesa. Estaba confusa y su piel estaba cerca de la mía.
Me ayudó a tomar asiento y fue atento y cordial. Cuando volvió la chica ni siquiera le dirigió una mirada y ella se fue bastante indignada, pero yo creo que cogí un poco de color, y él se percató. Charlamos mucho tiempo de forma tan coherente que acabé asombrada. En los últimos meses había perdido toda la credibilidad como ser humano que podía haber adquirido a lo largo de los años, y parecía que en este café volvía a retomarme como persona.
De repente una frase de una película golpeó mi cabeza: ’me hubiera gustado tanto ser amado, que amo’. Era un director francés, lo recuerdo; la película era del 63. ¿Pero cuál era su nombre? Parecía que, fuera como fuese, estuviera resumiendo mi vida desde siempre. ¿Y por qué tenía que acordarme ahora, frente a esta persona tan seductora?
Se hizo la hora de volver. Llegamos al colegio y nos acercamos a su moto. Encendió el motor y me miró.
- Supongo que mañana iré a por Irene –le di un beso en la mejilla y sonreí un poco-. Sólo podrás volver a verme si adivinas de qué color es este beso. Recuérdalo bien.
- Buenas noches, Almita.
- Buenas noches a ti también, Elías.
Se subió a su moto y vi alejarse. Era de noche, cierto. El reloj del coche marcaba las 22.04, una hora comprometida para alguien que sólo ha ido a entregar un trabajo. ¿Y ahora cuál era la excusa?
Llegué a casa en un suspiro. La llave hizo demasiado ruido y creí que despertaría a medio planeta con su maldito crujidito. La entrada olía a comida y había ruido en la cocina. Me acerqué allí y Allen me miró sentado en la mesa.
- No sabía dónde estabas.
- No te preocupes -le di un beso en la frente-. He estado un poco ocupada. ¿Qué tal tu trabajo?
- Cansado, tengo muchas cosas que hacer también. Irene está ya durmiendo, ha cenado una tortilla francesa y la he duchado. Ha sido muy buena.
No pude mirarle a los ojos mucho rato. La cocina estaba casi toda recogida; pasé al comedor, al baño y a nuestro cuarto, como reconociéndolo. Después abrí la puerta de la niña y me senté en el borde. Estaba tan guapa, tan dormidita… Le quité el pelo de la carita y le di tantos besos como pude. Mi niña, mi amor, mi existencia entera se resumía a su sonrisa.
- Para ti, mi pequeño bebé, un beso blanco y puro, como tú. Buenas noches cielo.
Me fui a dormir sin siquiera quitarme la ropa. ¿Pero qué estaba haciendo con mi vida? Allen se asomó al cuarto y me encontró allí tirada. Suspiró, de esa forma que sólo una persona cansada puede hacer. Yo me hice la dormida porque me dolía el pecho, me dolía mucho el corazón. Con cuidado me puso el pijama y me tapó.
- A veces eres tan esquiva, cariño… Pero toda mi vida gira y acaba en ti.
- Fuego fatuo. ¿Conoces esa película? Su director es francés…
08. En serio, soy profesor
Hay que ver cómo las pasa el pobre Coyote, chico, creo que no he visto a nadie con tanta mala suerte en la vida; se pasa todos y cada uno de los episodios que veo persiguiendo al Correcaminos, una especie de mezcla entre avestruz y pájaro loco azul, y con un monosílabo que emite dos veces como máxima expresión fonética, “bip bip”.
¿No hay nada más que comerse en el desierto? ¿Y de que se alimenta el correcaminos entonces? ¿De cactus? El Coyote podría hacerse vegetariano, o algo así, las facturas médicas se las ahorraba, al menos.
De repente me doy cuenta de que estoy como atontado mirando a la pantalla desde detrás de la sala, algunos padres con demasiadas ocupaciones se han dejado a sus niños, como siempre, después de que haya terminado la hora de comer, y como había que limpiar el comedor, me los han encasquetado. Mi ideal perfecto del tiempo que pasa entre la comida e ir de nuevo a clase no es precisamente ver películas de dibujos animados, pero bueno, que remedio, intentaré disfrutar todo lo posible de los golpes y los mamporros a personajes de ojos saltones, y de paso, del café extremadamente aguado que me acabo de llevar de la cocina.
Van pasando los minutos, llega algún padre o madre a recoger a sus descendientes, no soy del subtipo “profesor maruja”, pero se me hace muchísimo más interesante la tarde fijándome en las caras, los gestos, las excusas, y las “pintas” en general de cada padre, madre y otros elementos familiares que pasan por aquí.
Tenemos a una mujer cincuentona, demasiado arreglada como para venir simplemente del trabajo, pelo hasta arriba de laca, uñas largas pintadas, y ropa de colores chillones. Me dice que se le ha hecho demasiado tarde, que se estaba ocupando de otros asuntos, me pregunta por cómo va su hijo en clase, y de paso por cosas sobre mi trabajo y mi rutina que no deberían importarle, claro, otros asuntos y una mierda, señora, usted ha perdido el tiempo arreglándose más de la cuenta, para una maldita vez que sale de casa.
No se lo digo, por supuesto, tampoco le digo al ejecutivo sudoroso que llega después que apesta a ídem, ni a la hermana mayor adolescente le digo que se le ve el escote demasiado para que sea sano pasearlo en un colegio de primaria.
En cambio sí le doy indicaciones al abuelete que se ha perdido de camino al cole, y saludo a mi compañera de trabajo, otra profesora del centro, que tiene a su hijo en mi clase. Le digo que el muy cabroncete se dedica a jugar a pelearse, y como es más corpulento (está mal decir “gordo” a una madre, recordad) que los otros chicos, siempre tiene ventaja.
Y ya pasa una hora, joder, no me dará tiempo de irme a casa, la película se está acabando y nadie ha venido a buscar a Irene.
- ¿Mamá está muy ocupada hoy?
Me hace un gesto con la cabeza, creo que está más desorientada que yo, por lo menos, como está viendo la película entretenida no tiene noción del tiempo que ha pasado. Sé de muy buena tinta que de los niños se asustan ante estos pequeños “abandonos”. Pienso en Alma, su madre debe estar liada en el trabajo, o en alguna cosa, porque ya van varios días que esta pequeñaja se queda la ultima en el comedor, hoy incluso se esta acabando la película y aún no ha llegado.
Vamos al patio, le dejo agarrar una pelota y me pongo en una de las porterías de los “niños grandes”, en la zona del patio donde ella y los demás chicos de su clase no pueden jugar (básicamente, porque no les dejamos por miedo a que se lleven algún balonazo), y le digo que chute a la portería, que yo intento pararlas. Jugar en el patio de los mayores es un privilegio que pocos niños tienen hasta que ellos son los que se hacen mayores, claro está, y cuando ocurre eso suelen dedicarse más a tontear entre ellos y fumar en los baños o en los rincones a escondidas que a jugar en el campo que tanto han deseado. Así que éste siempre está completamente desaprovechado, lo que es una lástima, porque son unas porterías realmente buenas.
Irene chuta, y yo hago como que paro las pelotas, dejo que entre alguna primero, para darle confianza, y luego muchas más, de repente sólo paro uno de cada cuatro o cinco balones que me lanza; ella, por supuesto, ríe y dice que “soy muy malo y torpe”.
En una de las veces que le devuelvo el balón me fijo en una figura que mira desde hace un ratito desde la verja. Es Alma con un traje negro, falda y chaqueta, un aspecto muy formal, muy sobrio. Aunque tiene algo en la mirada y en lo alborotado que lleva el pelo que me indica que ha tenido un día ajetreado.
Justo en ese momento Irene esta chutando, y fijándome en su madre, que tiene ahora mismo ocupada mi vista y atontados mis otros 4 sentidos, no reparo en absoluto en el balón, que pasa a mi lado, sin darme cuenta esta vez que me han metido un gol en serio.
Le hago señas a la niña, y ésta corre con sus piernecitas hacia su madre, hacia la verja; mientras yo coloco la pelota en su sitio y camino a pasos largos, pero más lentos, hacia ambas.
- Eres realmente malo con el balón
“No te jode, encima eso”. Estoy por reprocharle que tarde más de una hora en venir a buscar a su hija desde que los niños salen del comedor, pero algo me dice que no se lo merece, y tampoco soy de ese tipo de persona que echa las cosas en cara. Me conformo fijándome en los detalles.
- Es que Irene es muy buena jugando al fútbol, no he podido parar casi ningún balón
La niña en ese momento le susurra algo a su mamá, que se inclina y se ríe tontamente, mujeres y secretitos, creo que son las dos cosas que más me sacan de quicio en este mundo, bueno, eso y el servicio de correos.
- Dice que te has estado dejando ganar, tiene cinco años, pero no es tonta, Elías.
- Vaya, y yo que tenía asumido que nadie se daba cuenta nunca de eso.
- En cualquier caso perdona el retraso, el trabajo, el coche, la gente, todo son obstáculos hasta llegar a mi pequeñaja. – Le hace un gesto a la niña y esta cruza la verja y se va hacia el coche – Anda, vámonos Irene.
- ¿Madre soltera?
Alma asiente con la cabeza, de repente las ganas de decirle lo mal que está llegar tarde se esfuman, y me inunda una pequeña tristeza por ver a alguien ocuparse de criar a un hijo solo, por eso no quiero tener hijos jamás, por si yo, o su madre (que de momento no existe), nos tuviésemos que encargar de él sin ayuda.
- Bueno, no te preocupes, yo siempre me quedo aquí hasta tarde, y cuando no estoy los encargados del comedor siempre suelen quedarse con los chavales. Así que tómate tú tiempo, que tu hija está en buenas manos y entretenida siempre.
- ¿Y quién garantiza la seguridad de su mamá? Si no consigue tiempo ni siquiera para tomarse un café con algún apuesto chico de ojos azules.
Odio estas invitaciones tan directas, de repente me pone en un compromiso, y soy profesor, el de su hija además, por el amor de dios. Aunque también es verdad que parece que haga años que no hablo (y otras cosas) fuera del trabajo con una mujer ¿O es que de verdad han pasado años y mi único contacto con el sexo opuesto es hablar entre clases con las compañeras de trabajo?
- Salgo a las seis de aquí, y adoro el café… siempre que no esté aguado.
Me guiña un ojo y va hacia el coche. Irremediablemente, y aunque no me guste ni suela hacerlo, me fijo en sus andares y en su figura. No se cómo puede alguien ver a través de mí como profesor, de mi barba descuidada de tres días, y mis pintas de no haberme arreglado como es debido en meses (mis vaqueros desgastados suscitan comentarios hasta en la dirección del centro, se rumorea), pero bueno “A caballo regalado…mírale el trasero embutido en una falda negra”.
¿No hay nada más que comerse en el desierto? ¿Y de que se alimenta el correcaminos entonces? ¿De cactus? El Coyote podría hacerse vegetariano, o algo así, las facturas médicas se las ahorraba, al menos.
De repente me doy cuenta de que estoy como atontado mirando a la pantalla desde detrás de la sala, algunos padres con demasiadas ocupaciones se han dejado a sus niños, como siempre, después de que haya terminado la hora de comer, y como había que limpiar el comedor, me los han encasquetado. Mi ideal perfecto del tiempo que pasa entre la comida e ir de nuevo a clase no es precisamente ver películas de dibujos animados, pero bueno, que remedio, intentaré disfrutar todo lo posible de los golpes y los mamporros a personajes de ojos saltones, y de paso, del café extremadamente aguado que me acabo de llevar de la cocina.
Van pasando los minutos, llega algún padre o madre a recoger a sus descendientes, no soy del subtipo “profesor maruja”, pero se me hace muchísimo más interesante la tarde fijándome en las caras, los gestos, las excusas, y las “pintas” en general de cada padre, madre y otros elementos familiares que pasan por aquí.
Tenemos a una mujer cincuentona, demasiado arreglada como para venir simplemente del trabajo, pelo hasta arriba de laca, uñas largas pintadas, y ropa de colores chillones. Me dice que se le ha hecho demasiado tarde, que se estaba ocupando de otros asuntos, me pregunta por cómo va su hijo en clase, y de paso por cosas sobre mi trabajo y mi rutina que no deberían importarle, claro, otros asuntos y una mierda, señora, usted ha perdido el tiempo arreglándose más de la cuenta, para una maldita vez que sale de casa.
No se lo digo, por supuesto, tampoco le digo al ejecutivo sudoroso que llega después que apesta a ídem, ni a la hermana mayor adolescente le digo que se le ve el escote demasiado para que sea sano pasearlo en un colegio de primaria.
En cambio sí le doy indicaciones al abuelete que se ha perdido de camino al cole, y saludo a mi compañera de trabajo, otra profesora del centro, que tiene a su hijo en mi clase. Le digo que el muy cabroncete se dedica a jugar a pelearse, y como es más corpulento (está mal decir “gordo” a una madre, recordad) que los otros chicos, siempre tiene ventaja.
Y ya pasa una hora, joder, no me dará tiempo de irme a casa, la película se está acabando y nadie ha venido a buscar a Irene.
- ¿Mamá está muy ocupada hoy?
Me hace un gesto con la cabeza, creo que está más desorientada que yo, por lo menos, como está viendo la película entretenida no tiene noción del tiempo que ha pasado. Sé de muy buena tinta que de los niños se asustan ante estos pequeños “abandonos”. Pienso en Alma, su madre debe estar liada en el trabajo, o en alguna cosa, porque ya van varios días que esta pequeñaja se queda la ultima en el comedor, hoy incluso se esta acabando la película y aún no ha llegado.
Vamos al patio, le dejo agarrar una pelota y me pongo en una de las porterías de los “niños grandes”, en la zona del patio donde ella y los demás chicos de su clase no pueden jugar (básicamente, porque no les dejamos por miedo a que se lleven algún balonazo), y le digo que chute a la portería, que yo intento pararlas. Jugar en el patio de los mayores es un privilegio que pocos niños tienen hasta que ellos son los que se hacen mayores, claro está, y cuando ocurre eso suelen dedicarse más a tontear entre ellos y fumar en los baños o en los rincones a escondidas que a jugar en el campo que tanto han deseado. Así que éste siempre está completamente desaprovechado, lo que es una lástima, porque son unas porterías realmente buenas.
Irene chuta, y yo hago como que paro las pelotas, dejo que entre alguna primero, para darle confianza, y luego muchas más, de repente sólo paro uno de cada cuatro o cinco balones que me lanza; ella, por supuesto, ríe y dice que “soy muy malo y torpe”.
En una de las veces que le devuelvo el balón me fijo en una figura que mira desde hace un ratito desde la verja. Es Alma con un traje negro, falda y chaqueta, un aspecto muy formal, muy sobrio. Aunque tiene algo en la mirada y en lo alborotado que lleva el pelo que me indica que ha tenido un día ajetreado.
Justo en ese momento Irene esta chutando, y fijándome en su madre, que tiene ahora mismo ocupada mi vista y atontados mis otros 4 sentidos, no reparo en absoluto en el balón, que pasa a mi lado, sin darme cuenta esta vez que me han metido un gol en serio.
Le hago señas a la niña, y ésta corre con sus piernecitas hacia su madre, hacia la verja; mientras yo coloco la pelota en su sitio y camino a pasos largos, pero más lentos, hacia ambas.
- Eres realmente malo con el balón
“No te jode, encima eso”. Estoy por reprocharle que tarde más de una hora en venir a buscar a su hija desde que los niños salen del comedor, pero algo me dice que no se lo merece, y tampoco soy de ese tipo de persona que echa las cosas en cara. Me conformo fijándome en los detalles.
- Es que Irene es muy buena jugando al fútbol, no he podido parar casi ningún balón
La niña en ese momento le susurra algo a su mamá, que se inclina y se ríe tontamente, mujeres y secretitos, creo que son las dos cosas que más me sacan de quicio en este mundo, bueno, eso y el servicio de correos.
- Dice que te has estado dejando ganar, tiene cinco años, pero no es tonta, Elías.
- Vaya, y yo que tenía asumido que nadie se daba cuenta nunca de eso.
- En cualquier caso perdona el retraso, el trabajo, el coche, la gente, todo son obstáculos hasta llegar a mi pequeñaja. – Le hace un gesto a la niña y esta cruza la verja y se va hacia el coche – Anda, vámonos Irene.
- ¿Madre soltera?
Alma asiente con la cabeza, de repente las ganas de decirle lo mal que está llegar tarde se esfuman, y me inunda una pequeña tristeza por ver a alguien ocuparse de criar a un hijo solo, por eso no quiero tener hijos jamás, por si yo, o su madre (que de momento no existe), nos tuviésemos que encargar de él sin ayuda.
- Bueno, no te preocupes, yo siempre me quedo aquí hasta tarde, y cuando no estoy los encargados del comedor siempre suelen quedarse con los chavales. Así que tómate tú tiempo, que tu hija está en buenas manos y entretenida siempre.
- ¿Y quién garantiza la seguridad de su mamá? Si no consigue tiempo ni siquiera para tomarse un café con algún apuesto chico de ojos azules.
Odio estas invitaciones tan directas, de repente me pone en un compromiso, y soy profesor, el de su hija además, por el amor de dios. Aunque también es verdad que parece que haga años que no hablo (y otras cosas) fuera del trabajo con una mujer ¿O es que de verdad han pasado años y mi único contacto con el sexo opuesto es hablar entre clases con las compañeras de trabajo?
- Salgo a las seis de aquí, y adoro el café… siempre que no esté aguado.
Me guiña un ojo y va hacia el coche. Irremediablemente, y aunque no me guste ni suela hacerlo, me fijo en sus andares y en su figura. No se cómo puede alguien ver a través de mí como profesor, de mi barba descuidada de tres días, y mis pintas de no haberme arreglado como es debido en meses (mis vaqueros desgastados suscitan comentarios hasta en la dirección del centro, se rumorea), pero bueno “A caballo regalado…mírale el trasero embutido en una falda negra”.
Imagen
Los copos caen lentos detrás de la ventana. Hace un rato el viento hacía que los pequeños granitos blancos danzaran a un paso desenfrenado, pero todo ha cambiado.
Sentada en el alféizar de una ventana medio empañada escucho el ronroneo de una bola de pelo. Sus ojos abiertos miran al mismo vacío que el que yo contemplo. ¿Pero qué ve él en realidad, qué siente? Le abrazo, le abrazo fuerte y el animal siente que ha de estar ahí y se deja. ¿Cuánto hace que no le doy un abrazo a alguien conocido?
Detrás de esa ventana hay un mundo, y detrás de mis sueños, a un océano de distancia, está todo lo que momentáneamente dejaré atrás. Pero el calor del cuerpo de esta bola de pelo me recuerda al instante en el que salió de la caja, con su lacito rojo al cuello. Para que nunca me olvidara de un cálido abrazo cuando estuviera en un nuevo mundo hostil.
Sentada en el alféizar de una ventana medio empañada escucho el ronroneo de una bola de pelo. Sus ojos abiertos miran al mismo vacío que el que yo contemplo. ¿Pero qué ve él en realidad, qué siente? Le abrazo, le abrazo fuerte y el animal siente que ha de estar ahí y se deja. ¿Cuánto hace que no le doy un abrazo a alguien conocido?
Detrás de esa ventana hay un mundo, y detrás de mis sueños, a un océano de distancia, está todo lo que momentáneamente dejaré atrás. Pero el calor del cuerpo de esta bola de pelo me recuerda al instante en el que salió de la caja, con su lacito rojo al cuello. Para que nunca me olvidara de un cálido abrazo cuando estuviera en un nuevo mundo hostil.
lunes, 2 de febrero de 2009
Y así renací
Me he equivocado. Llevo mucho tiempo equivocada de bando, errando con prepotencia. He creído ser la señora de las palabras cuando en realidad ellas son mis dueñas. Controlan mi mente para crear, y yo siempre les he dado carta blanca en el asunto.
Ahora quieren hacerme un favor y me han colocado aquí. Estoy segura que han sido ellas. Yo no tengo un ángel de la guarda, ni un solo dios. Tengo millones, que han dado carta blanca a su utilización para cualquier fin. Ellas conocían mis intenciones antes de escribirlas, y por eso algunas se negaron a salir de mi mente que las conoce y clasifica.
Esta vez, en la calma, sólo una ha gritado: ¡Destruye!
Los que quizá lean esto se preguntarán qué es eso que he de destruir, por qué fue esa palabra tan oscura y llena de malos augurios la que apareció. Incluso hasta pueden estar asombrados de que le hiciera caso. Mi única contraargumentación es que es tan necesario como parece.
En mi caso, o destruyo o no puedo construir una vida nueva. Ese es el gran favor que van a hacerme, permitirme dejar plasmado mi ser anterior. ¿Qué sentido tendría si no dejara testimonio?
Érase una vez Cuatro letrAs que no pOdían ponerSe de acuerdo y formaron el…
caos.
(Del lat. chaos, y este del gr. χάος, abertura).
1. m. Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.
2. m. Confusión, desorden.
3. m. Fís. y Mat. Comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos, aunque su formulación matemática sea en principio determinista.
Ahora quieren hacerme un favor y me han colocado aquí. Estoy segura que han sido ellas. Yo no tengo un ángel de la guarda, ni un solo dios. Tengo millones, que han dado carta blanca a su utilización para cualquier fin. Ellas conocían mis intenciones antes de escribirlas, y por eso algunas se negaron a salir de mi mente que las conoce y clasifica.
Esta vez, en la calma, sólo una ha gritado: ¡Destruye!
Los que quizá lean esto se preguntarán qué es eso que he de destruir, por qué fue esa palabra tan oscura y llena de malos augurios la que apareció. Incluso hasta pueden estar asombrados de que le hiciera caso. Mi única contraargumentación es que es tan necesario como parece.
En mi caso, o destruyo o no puedo construir una vida nueva. Ese es el gran favor que van a hacerme, permitirme dejar plasmado mi ser anterior. ¿Qué sentido tendría si no dejara testimonio?
Érase una vez Cuatro letrAs que no pOdían ponerSe de acuerdo y formaron el…
caos.
(Del lat. chaos, y este del gr. χάος, abertura).
1. m. Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.
2. m. Confusión, desorden.
3. m. Fís. y Mat. Comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos, aunque su formulación matemática sea en principio determinista.
domingo, 1 de febrero de 2009
2 de febrero...
1 de enero, 2 de febrero... Por el momento nos hemos quedado aquí en la canción. Estamos a 1 del 2 y estoy MOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTAMOLESTA.
Porque no me da la gana aguantar, ya he aguantado demasiado. Y porque tampoco me da la gana enfadarme... eso es sólo en casos puntuales.
Right?
Porque no me da la gana aguantar, ya he aguantado demasiado. Y porque tampoco me da la gana enfadarme... eso es sólo en casos puntuales.
Right?
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