Y yo no puedo sentirla.
La lluvia golpea las calles empedradas. Puedo escuchar el chapoteo de los carros por las calles, el goteo de los callejones e incluso imaginar a la gente empapada, pero yo estoy aquí, y no allí. Encerrada, enferma, sucia y sumamente triste. Los gritos no cesan, mi mente ya se ha transtornado y por eso creo que puedo estar aquí ahora mismo, porque ya no siento, ya no huelo mi propia pudredumbre.
Pero está.
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